Wednesday, May 20, 2009

El amor...

La esencia de Dios es el amor y el camino Sufí es un camino de amor. Es muy difícil intentar describir el amor con palabras. Es como intentar describir la miel a alguien que nunca la ha probado o que ni siquiera la ha visto. Amar es ver lo bueno y lo bello en todas las cosas. Es aprender de todo, ver los regalos y la generosidad de Dios en todo. Es estar agradecidos por todas las bondades de Dios. Este es el primer paso en el camino hacia el amor de Dios: tan sólo una semilla de amor. Con el tiempo la semilla crecerá, se volverá un árbol y dará fruto. Quien pruebe de esta fruta sabrá lo que es el amor verdadero. Y será difícil para aquellos que lo han probado describir su experiencia a los que no lo han hecho. El amor es un sufrimiento especial. Quienquiera que lo atesore en su corazón conocerá el secreto. Verán que todo es Verdad, que todo conduce a la Verdad y que no existe nada excepto ella. Se verán desbordados por esta comprensión y al fin naufragarán en el mar de la Verdad.

Sea lo que sea lo que pruebes del amor, cómo lo pruebes y en qué grado, lo cierto es que será tan sólo una ínfima parte del Amor Divino. El amor entre hombre y mujer es también parte del Amor Divino. Pero, a veces, el amado se vuelve un velo entre el amante y la realización del verdadero Amor. Algún día ese velo se disolverá y, entonces, el verdadero Amado, la verdadera meta, aparecerá en toda su gloria divina.

Lo que importa es tener este sentimiento de amor en el corazón, de la forma que sea. Y también es importante ser amado. Es más fácil amar que ser el amado. Si has amado alguna vez, ciertamente llegarás al Amado algún día.

Los regalos de Al-láh a menudo nos llegan de manos de otros seres humanos, por medio de los servidores de Al-láh. De esta forma al Amor Divino también halla expresión entre los seres humanos. Los sheijs son los que poseen el vino y el derviche es el vaso. El Amor es el vino. El sheij vierte el vino hasta llenar el vaso. Este es el camino corto. El amor también nos puede ser ofrecido por otras manos, pero éste es el camino más corto. Un día uno de mis derviches me preguntó si el amor de un derviche hacia su sheij era un ejemoplo de amor mundano.
Para entender verdaderamente la relación entre el sheij y el derviche, no sólo hay que mirar a este mundo, sino también el más allá. En el Día del Juicio a cada alma se le preguntará por las buenas acciones que ha traído consigo para ganarse la admisión en el Paraíso.

En la Balanza Divina todas las buenas obras serán pesadas contra nuestros pecados y errores. Cuando tu comportamiento en la tierra haya sido medido de esta forma y veas que, como nos ocurrirá a tantos de nosotros, el resultado es insatisfactorio, te volverás hacia tu marido o esposa y les preguntarás si ellos pueden darte alguna buena acción para ayudarte en tu aprieto. Absortos en su propio juicio, dirán: "¿Y qué ocurrirá conmigo? Yo no he hecho lo bastante para merecer el Paraíso. ¿Quién me ayudará a mí?". Te volverás entonces hacia tu padre y él también dirá: "Necesito ayuda. ¿Quién me socorrerá?". Al fin le pedirás ayuda a tu madre y ésta, vencida por el asombro del Día del Juicio, también responderá: "Yo misma estoy perdida. ¿Quién me ayudará a mí?". Entonces tu sheij o uno de tus hermanos o hermanas derviches, aparecerá y te dirá: "Toma todas mis buenas obras. Para mí basta con que tú entres en el Paraíso". Entonces la Divina Compasión y la Divina Justicia intercederán. No permitiendo que tal generosidad quede sin recompensa, el sheij y el derviche serán conducidos juntos al Paraíso. Y así es como iremos, si Al-láh lo quiere: de la mano, cada uno apoyándonos en el otro. Quizás ninguno de nosotros sea lo verdaderamente digno, pero a causa de aquellos que han ido delante de nosotros y por nuestro amor mutuo, nos conduciremos los unos a los otros al Paraíso. Así que, respondiendo a la pregunta, no. El amor de un derviche por su sheij no es un ejemplo de amor mundano


Muzaffer Efendi, El amor es el vino.